Me llamo Almudena, nací en Madrid en 1982.
Crecí en una familia de maestros donde la palabra "Educación" siempre estuvo muy presente.
Tengo muchos recuerdos de mis primeros años de escuela y, con ellos, también esa sensación de que buena parte de mis necesidades y de mi mundo interno quedaban fuera del aula. Por otro lado, también tengo presente de esa época los días que acompañaba a mi madre a su colegio, con niños de necesidades educativas muy diversas. De alguna manera, con ese contraste de ambientes, me hacía consciente que el reconocimiento a todas esas diferencias, permitía un aprendizaje mucho más natural y relajado.
Con todas estas circunstancias, entusiasmo y decisión estudié hace 20 años Magisterio de Educación Infantil con la siguiente pregunta como motor principal:
"¿Cúal es la mejor manera, como adultos, de acompañar el desarrollo de niños y niñas, permitiendo que puedan ir desplegando todo su potencial, teniendo en cuenta la individualidad y singularidad de cada uno?
Después de aprobar unas oposiciones y tras varios años trabajando en escuelas y colegios de la Comunidad de Madrid, decidí abrirme a otras experiencias y conocer otros enfoques educativos.
Me formé como Educadora Transpersonal, buscando una mirada más amplia e integral en esa manera de mirarnos y mirar a la infancia, más allá de la adquisición de determinados contenidos y habilidades.
Si tuviera que destacar uno de los aspectos fundamentales en las diferentes iniciativas que fui conociendo, sería la posibilidad de acompañar procesos y no tanto resultados. Esto posibilita, entre otras cosas, poder tener esa mirada más global y respetuosa a cada uno de los niños y niñas. Observar el proceso en sí y cada una de sus fases supone una plataforma de crecimiento y desarrollo (y no sólo para los más pequeños). La mirada del adulto se transforma en ese enfoque en descubrir todo lo que surge cada día, como si fuera la primera vez.
Conocer las bases del desarrollo humano, en sus diferentes planos, posibilita que esa mirada adulta facilite el despliegue de las diferentes capacidades.
Tras este recorrido, me encontré con la figura de las Madres de Día. Fue todo un descubrimiento que pude conocer mejor gracias a la Red de Madres de Días, con su formación y reflexión continua.
Y así nace “Al calor del Hogar” con la mirada puesta en que desde los primeros años de vida, los más pequeños puedan tener un acompañamiento respetuoso, cercano, desde el disfrute de lo cotidiano y con espacio a esa mirada que intuye todo el potencial que está por desplegar.